miércoles, octubre 18, 2006

Pon la ciudad a tus pies: Vertigo 42

Siguiendo el skyline de Londres se quedan grabados en la retina rapidamente dos edificios. Dos enormes colosos a los que en breve acompanyaran otros y que rompen el paisaje urbano para atrapar nuestras retinas. Son principalmente la Tower 42 y el Gherkin, inmenso edificio propiedad de la companya suiza de seguros Swiss Re y obra del arquitecto Foster que tiene una gran cantidad de edificos en Londres (cosa que supongo que mis adorados estudiantes de arquitectura y arquitectos podrán corroborar y que hara sus delicias cuando vengan de visita).

Pues bien,queridos míos, centremonos ahora en el primero de estos dos edificos: Tower 42, uno de los edifios más altos de la ciudad que tiene en su punto mas alto un restaurante - Champagne Bar. El Vertigo 42.

Este sitio desconocido por muchos es una alternativa perfectamente valida para ver la ciudad a vista de pajaro para los que no quieran pasar por el London Eye o la subida a la cupula de San Pablo. El precio sera mas barato si solo tomas unos vasitos de champagne y un poco mas caro si decides ir a cenar.

Nosotros optamos por la segunda opcion, adoptando unas solucion de compromiso y cambiando el champagne por agua ante la acusadora mirada de los camareros que nos delataba como gente pobre :-) jejeje. Pero amigos, que nos quiten lo "bailao" que la ciudad de noche la tenemos a nuestros pies.

No interrumpo el trance y os dejo con la maravillosa vista nocturna del Londres iluminado artificialmente, que a nosotros nos dejo sin habla y con la sensación de tener el mundo a tus pies. Y para más inri no cenamos mal. Y nos sobró agua.





Un ultimo consejo para los que os esteis planteandoos daros por un dia al lujo y pasad por esta maravillosa atraccion-restaurante: teneis que reservar con antelacion, simplemente como medida de seguridad y si pensais llevar ninyos con vosotros, olvidaros, solo esta permitido el acceso a mayores de edad. Si cumplis todos los requisitos, no lo dudeis. Nosotros estuvimos dos horas comtemplando maravillados la ciudad. Y creedme que merecio la pena.


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