martes, julio 31, 2007
viernes, julio 27, 2007
Vertigo 42 Sunset
Atardecer desde Vertigo 42, Tower 42, Londres
Fotos del making-off y alguna curiosidad más aquí. Buen finde a todos!!!
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Ignacio
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7:36 a. m.
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Tags: Fotografía
jueves, julio 26, 2007
La confirmación de la impaciencia: Shuji
Por si quedaba alguna duda se confirmó sin remedio. No tengo paciencia. Sigo teniendo una capacidad nula de concentración y alta capacidad de distracción. Y ha sido el Shuji (o Shodo), el "camino de la escritura", el que me lo ha vuelto a recordar.
El Shuji es un arte y una disciplina que trabaja la caligrafía japonesa. Proveniente de la cultura China, es una practica milenaria que los niños aprenden durante años en la escuela. Un pincel, un tintero con tinta china, un pisapapeles y una pliego de papel de arroz conforman el equipo necesario para practicarlo.
Seguramente, hayáis visto en multitud de ocasiones como los chinos y japoneses deslizan con enorme gracia el pincel elegantemente por el pliego de papel, creando unos preciosos kanjis cuyo trazo se agranda, se encoje, se retuerce (La película Hero, por ejemplo, tiene una buena muestra de ello).
Este era nuestro objetivo. Trabajo ahora mismo para una empresa con un amplio porcentaje japonés y algunos de los trabajadores nipones se cargan de buena fé y nos imparten clases para aprender su lengua y algo de cultura. Ni que decir tiene que siempre que puedo participo en estas clases. Mi nivel de japonés hasta la fecha no ha llegado a un mínimo básico aceptable (ni por asomo), pero me parece tan divertido que lo de menos es la velocidad de aprendizaje. Me quedo prendado por esos dibujos con los que escriben.
Así, Motoko-San, nuestra profesora decidió que debíamos aprender Shuji y nos trajó todo el material. Vuelta a clase de Plástica. Empapelemos las mesas.
La primera impresión es que no puede ser tan díficil, copiar lineas, aunque no sepas lo que significan no debe tener mucho misterio. EEEECK! Error!!! Por algo los pequeños japoneses se pasan años aprendiendo. El trazo además de la soltura que se transmite al papel, se ensancha apretando, se estrecha levantando. Se aprieta, se arrastra, se levanta, se apoya, de deja apoyado, se levanta, se gira, se va apretando, se va aflojando. Bien pronto caí en el error de mi optimismo.
Es cuestión de paciencia, de pensar cada línea, de no tener prisa por acabar, cosa que yo, que apenas termino una palabra cuando escribo a mano, me sobrepasaba. Inspirar. Espirar. Intentemoslo de nuevo. Cojo, muevo, levanto, apoyo, mierda, apoye demasiado. Me ha quedado una morcilla en lugar de una linea. Intentémoslo de nuevo. Apoyo, línea recta (más o menos), gurruñito. Apoyo, desplazo, el pincel recto, arrastro, giro. Argh! Me quedé corto. Si lo remarco se nota. Volvamos a empezar.
Al final, pues un churro, pero una sensación de abstracción tal que durante la hora de la sesión sólo estabamos cada uno con el papel, enfrentados, luchando, un toma y daca, te dominaré... y el resto del mundo, los problemas de entregas, el mail bomba que te ha llegado horas antes... desaparece.
Y sólo por eso merece la pena. Estoy deseando volver a ponerme con ello.

El Shuji es un arte y una disciplina que trabaja la caligrafía japonesa. Proveniente de la cultura China, es una practica milenaria que los niños aprenden durante años en la escuela. Un pincel, un tintero con tinta china, un pisapapeles y una pliego de papel de arroz conforman el equipo necesario para practicarlo.
Seguramente, hayáis visto en multitud de ocasiones como los chinos y japoneses deslizan con enorme gracia el pincel elegantemente por el pliego de papel, creando unos preciosos kanjis cuyo trazo se agranda, se encoje, se retuerce (La película Hero, por ejemplo, tiene una buena muestra de ello).
Este era nuestro objetivo. Trabajo ahora mismo para una empresa con un amplio porcentaje japonés y algunos de los trabajadores nipones se cargan de buena fé y nos imparten clases para aprender su lengua y algo de cultura. Ni que decir tiene que siempre que puedo participo en estas clases. Mi nivel de japonés hasta la fecha no ha llegado a un mínimo básico aceptable (ni por asomo), pero me parece tan divertido que lo de menos es la velocidad de aprendizaje. Me quedo prendado por esos dibujos con los que escriben.
Así, Motoko-San, nuestra profesora decidió que debíamos aprender Shuji y nos trajó todo el material. Vuelta a clase de Plástica. Empapelemos las mesas.
La primera impresión es que no puede ser tan díficil, copiar lineas, aunque no sepas lo que significan no debe tener mucho misterio. EEEECK! Error!!! Por algo los pequeños japoneses se pasan años aprendiendo. El trazo además de la soltura que se transmite al papel, se ensancha apretando, se estrecha levantando. Se aprieta, se arrastra, se levanta, se apoya, de deja apoyado, se levanta, se gira, se va apretando, se va aflojando. Bien pronto caí en el error de mi optimismo.
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Ignacio
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6:46 a. m.
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miércoles, julio 25, 2007
martes, julio 24, 2007
El final del Este: Eskifjörður. Por Islandia (18)
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Ignacio
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6:56 a. m.
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domingo, julio 22, 2007
Los fiordos de Seyðisfjörður. Por Islandia (17)
Felizmente establecidos en Egilsstaðir, tras el accidentado paso del Öxi, nos lanzamos a atravesar la montaña que nos separaba de los fiordos del Este.
Como os considero a todos gente culta y de sobrados conocimientos no es mi intención aburriros explicándoos lo que es un fiordo, pero dado que yo no tenía ni idea y para los que faltaron a clase de "Natus" de ese día simplemente es un valle formado tras el derretimiento de un glaciar en contacto con el mar. Es decir donde antes había un glaciar ahora entra el mar. Están por lo tanto inundados de agua salada.
Tras esta lección de garrafón, nos adentramos en la montaña para intentar llegar a Seyðisfjörður, un pequeño pueblo pesquero escondido entre los 16 kilómetro del fiordo de mismo nombre.
Precioso pueblecito, cuyo acceso entre las montañas resulta de lo más pintoresco, siguiendo el cauce del río Fjarðará...
... y con él 25 cascadas entre las que destaca Gufufoss, semicongelada en un saliente y escondida en un recodo de la carretera.
Seyðisfjörður se formó en 1848 y mantiene muchos de los edificios de madera construidos originalmente por los colonos noruegos, que se desplazaron a esta zona por sus características pesqueras. La planta de procesado de pescado se cerró en 2003 con lo que la mayor parte de la población vive del turismo y se ha convertido además en un lugar de encuentro para artistas y músicos, con un festival internacional de artes que lo mantiene ocupado durante los meses de Junio a Agosto.

Avanzamos por la cara sur del fiordo, intentando llegar a un punto donde pudieramos apreciar en todo su esplendor las maravillas naturales y flipar un poco. De nuevo tras un día de inclemencias y sin poder ver el sol, el cielo se abrió para recompensar nuestros esfuerzos y regalarnos un atardecer de los suyos, eterno entre el paisaje desolador que nos llevaba a Skálanes, uno de los punto más orientales de la zona.



Fue completamente imposible llegar a Skálanes, nuestra poca pericia al volante, unido a un terreno embarrado y a una cantidad creciente de nieve nos volvió a obligar hacer uso del comodín de la cobardía y retirada. :)



Todavía con la boca abierta retomamos el camino de vuelta que nos devolvería a Egilsstaðir. Entre la resistencia del sol a ocultarse y la subida continuada dirección poniente, alargamos los instantes un poco más y al llegar a la cima, le dijimos definitivamente adiós rodeados de nieve en uno de los momentos más preciosos y polares de todo el viaje.



Tras esta lección de garrafón, nos adentramos en la montaña para intentar llegar a Seyðisfjörður, un pequeño pueblo pesquero escondido entre los 16 kilómetro del fiordo de mismo nombre.
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Ignacio
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11:39 p. m.
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