domingo, diciembre 14, 2008

Repetimos. ¿Quién dijo miedo?. Tanzawa (1)

Dicen que el ser humano tropieza y retropieza con la misma piedra. En toda esta supuesta inconsciencia siempre hay algo de masoquismo escondido, agazapado entre los plieges de la personalidad. Y si no explíquenme como es posible que tras la agotadora experiencia de hacer cima en el Otake San, en una ruta clasificada como easy-medium por la cabra montesa que escribió la guía de la lonely planet, decidieramos no sólo repetir, si no además decantarnos por una de nivel medium... y de dos día de duración. Carne de psiquiatra, se lo digo yo.

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La cosa ya comenzó a ponerse interesante cuando los ojos de la encargada de la oficina de información de la zona perdieron su forma rasgada oriental para convertirse en dos círculos perfectos fruto del asombro al contarle nuestro planning inicial. Pero ni siquiera el hecho de que además nos dira unas lecciones e instrucciones por si nos encontrabamos con un oso tampoco acabaron por intranquilizarnos. Cosas del gen de la despreocupación ibérica tan opuesta al sobreproteccionismo japonés.

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A sabiendas de que el recorrido iba a ser largo y con la mente fija en uno de los refugios de montaña al que habríamos de llegar a pasar la noche, no nos entretuvimos demasiado y comenzamos la subida. Aquí es donde nos dimos cuenta del porque del masoquismo. Aunque supieramos que las agujetas iban a ser nuestras compañeras durante unos cuantos días preferimos abandonar la comodidad acogedora del sofá para encontrarnos con quizás la mejor muestra del Otoño que he visto en Japón. Juzgen. Juzgen.

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Un pasillo de colores que nos acompañó durante gran parte de la subida. Precioso. De esas veces que acabas completamente embriagado no eres capaz de asimilarlo todo. No sería la única de las sorpresas de esa subida, pues entre los recodos y asomándose entre las ramas de los árboles nos esperaba el imponente Fuji.

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Sin lugar a dudas en esta ruta ha sido donde mejor lo he podido ver desde que estoy en Japón. Tanzawa se encuentras apróximadamente a mitad de camino entre este y Tokio y tuvimos la suerte de tener un día claro, clarísimo. Todo un regalo. Su vista nos habría de acompañar durante gran parte de la subida, lo cual, aunque no allanaba el camino, ciertamente era un estupendo aliciente.

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El Fuji y la tortilla de patatas. Dos mundos se encuentran.

La subida se iba recrudeciendo, las nubes iban bajando hasta que la niebla nos cubrió y el paisaje se convirtió en un escenario de Tim Burton hasta que alcanzamos a media tarde y con aproximadamente aún una hora de luz, el refugio al que pensabamos de llegar. Bien. Bravo por nosotros.

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A partir de aquí comenzaba la toma de decisiones. La japonesa de la oficina de información nos había advertido que si queríamos hacer lo que nos proponíamos en dos días lo mejor sería avanzar hasta el siguiente refugio a algo más de una hora y media de camino o de lo contrario el día siguiente sería demasiado largo para los cortos días de otoño-invierno. En ese momento con la fuerzas justitas después del primer día nos cuestionabamos nuestra capacidad de hacer el segundo día completo (unas 8 horas de ruta según la guía), así que siempre podríamos quedarnos en este primer refugio y volver por el mismo camino de vuelta al día siguiente o intentar un recorrido de vuelta alternativo desde ese mismo lugar, lo que sería una opción intermedia. Procedan a votar.

Añadiremos más detalles a la operación. El refugio en el que nos encontrabamos era moderadamente grande con capacidad para unas 80-100 personas y el siguiente era sustancialmente más pequeño con una capacidad de 30-40 personas... y según nos informaban, ya se esperaban unas 80. Ejem. Ejem.

Hagan sus apuetas damas y caballeros. Efectivamente. La única opción improbable es la única digna para unos heróicos caballeros de la lorza como nosotros. Andar una hora y media, cuando sólo quedaba una hora de luz y llegar al albergue pequeño que se antojaba masificado. Y al día siguiente... muerte y destrucción. O algo parecido.

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Y ciertamente aunque llegamos rozando la oscuridad, esta hora entre nieblas que se abrían puntualmente mostrando los últimos rayos de sol bañando las motañas nos dejando momentos de increible belleza.

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La capacidad de los refugios de montaña está completamente sujeta a las leyes de la relatividad. Principalmente porque estando los refugios separados una distancia media de dos horas y en mitad de una estación temporada donde las temperaturas bajan soberanamente en cuando desaparece el sol, los encargados del refugio tienen la obligación de acoger a todo el que llegue. Descubrimos que los 80 inquilinos que se esperaban esa noche no eran para nada un rumor y las instrucciones fueron claras: Un futón para cada tres.

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Volviendo a las matemáticas básicas y teniendo en cuentas que nosotros eramos cinco, un afortunado japonés tuvo la suerte de compartir un tercio del futón con nosotros ante su pavor, pues lógicamente sobrepasamos con bastantes creces las dimensiones del japonés medio. Cosas del azar. Nos diculpamos repetidamente por ser como somos e intentamos cuadrarnos de la mejor manera posible. Pero lo mirasemos como lo mirasemos no iba a ser una noche confortable, por mucho que el roce hiciera el cariño.

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Cosas del azar, de nuevo, tuvimos la gran suerte de que tras la cena (gloriosa por cierto) quedaba justo un futón libre al lado del nuestro y Santa Rita, rita, lo que se da no se quita. A la ropa que hay poca. Invasión expansional para relativo alivio de nuestro japonés y de nosotros mismos que pasabamos a tener la nada desdeñabale cantidad de medio futón por cabeza. Lo cual seguía siendo insuficiente en un ambiente apretujado donde las cabezas de unos tocaban con los pies de otros en un acto de confraternación total.

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Por cierto, cuestiones de probabilidad. ¿Cuales son las posibilidades de que en un lugar cerrado con 80 personas... niguna de ellas ronque? Efectivamente, nulas. ¿Y cuantas son las posibilidades de que un Ronking-kong te amenize la velada al lado de tu oreja?

Siempre fuimos gente afortunada. Ejem.

12 comentarios:

Anónimo dijo...

Ignacio, como siempre tus fotos son superbas... (existe en espaniol?)

vivan los Ronking-kones!

Anónimo dijo...

Si el que ronca eres tu nadie podrá susurrarte nada al oído.

Impagable el gorro de castor con cuernos.

Anónimo dijo...

Igna, me parto con tu forma de relatar vuestras aventuras, menos mal que escribes bien porque las fotos dejan mucho que desear :P jijiji
Por cierto, esa tortilla tiene mu mala pinta, seguro que no la hiciste como yo te dije!!

Ignacio dijo...

Gianfranco, según la RAE, si que existe! :)

Oria, yo no ronco, yo emitos suaves melodías guturales. Por cierto, que retorcida... "castor con cuernos"? ;-)

Vane, es que no me diste el ingrediente secreto de tus tortillas!!! (y que me aburre mucho picar la cebolla y las patatas tan pequeñitas!!! jajajaja)

Anónimo dijo...

Igna, bien por vosotros, repetis e incrementais vuestras agujetas... mmmm, interesante para un estudio antropologico.... como será que a uno casi siempre guste lo que duele? claro que a vistas del resultado fotografico uno lo entiende e incluso... se lo piensa para hacerlo él mismo (O_O!!!!!!)

Decirte que a las seis de la mañana me has echo reír cómo nunca lo había echo a estas horas!!! gracias por hacerme empezar el día bien!! ^_^ La oficina parece un mundo mejor, ahora... ¬_¬U

A este paso sin duda te ganas el apodo de Macho Iberico con creces... :P

Cristina dijo...

Pobres japos les quitais su espacio vital... con lo recogiditos que son ellos... jajaja...
Dioooos una noche de ronquidos brutal!!!

laura -labrujy- dijo...

ja ja. yo ya avise antes que de las 'lonely planet' no hay que fiarse ;)

Cris dijo...

Esas cosas son las que dan sabor a la vida. Te acuerdas de todos los santos en el momento cuando no puedes dormir, pero luego lo recordarás con carinyo toda la vida.

El paisaje precioso y cuidadín que la montanya engancha! Asique ya veremos cual será la siguiente ruta :-)

Ignacio dijo...

Queseyo, es que la montaña engancha... ;-) Lo de alegrarte las mañanas... pues como me alegro. Lo mismo tenía que haberlo releido yo hoy... que menudo díaaaaa!!!

Cris, ronquidos a tope!!! Lo bueno es que a pesar de todo, con el cansancio que llevaba encima dormí hasta casi cómodo y todo. :P

Brujyta, no a las lonely planet de trekking!!! noooooo!!! :P jajajajaja!!

Cris, tras 16 años en los scouts haciendo rutas y pateando montañas, ya te digo que si engancha. Muchísimo. De hecho lo echaba muchísimo en falta. Por cierto, te podrás imaginar que en todos estos años, aventurillas tenemos para dar y tomar... jejejeje... :) (la siguiente ruta ya está casi pensada, por cierto...)

SuperWoman dijo...

Te leo en mi pausa para comer, con unos gochiso noodle y en tu honor, hasta he sacado los palillos buenos del armario...
La foto de la tortilla de patata es gloriosa... y debe ser que algún gen japo tengo escondidico por ahí, porque a mí me suelta la guía lo del oso y salgo a velocidad de shinkanshen hasta Tokyo disparada...
Un supersaludo, voy a por la segunda parte...

Ignacio dijo...

Oh, que ilusión, los palillos buenos en mi honor! No soy digno!!! :)

^__^

La tortilla en el monte entra que da gusto!

japogo dijo...

Jaaaaaaaaajajajajajajajarejaaaarequetejaaa!