Por un puñado de píxeles. Capítulo 2.
En capítulos anteriores: El origen del conflicto, y la carta...
El vaquero miró la carta. La remiró. Se relamió. Y tras acallar los aullidos de su estómago intentó encontrar sentido a lo que estaba pasando. ¿Como había llegado allí? Y no pensaba en el árido y sofocante paisaje roto por el cricricreo de las cigarras, si no en la serie de acontecimientos acelerados que le habían llevado a defender el posible secuestro de sus pixeles y encontrar las ingredientes secretos de los pancakes.
Aún así, no torció el rostro ni dió señal alguna de desconcierto mientras la dama del chocolate volvía a la oscuridad de los pórticos del poblado dejando un regero oscuro de cacao derretido por la arena. El calor era insoportable.
No se había andado con ligerezas. Había empezado con una apuesta fuerte y conociendo los puntos débiles del adversario. Directa. No había habido tiempo para el coqueteo, ni para jugar al despiste, pujar a chicas cuando se iba a grandes. Malaje.
La dama estaba poniendo el tablero a su gusto. No es que le importara el juego sucio. Tampoco se habían puesto reglas en ningún momento y por lo tanto sólo estaban las barreras que alzaban el honor. Aunque el honor de ambos hacía tiempo que se arrastraba. No hay hueco para las broma cuando se habla de pixeles.
Pero el vaquero esperó, miró sus cartas y sé supo seguro. Será una dentellada rápida. Un flashazo entre los ojos que ciege al adversario lo suficiente para que no haya tiempo a la recuperación. Aún así, nadie, ni su propia sombra debería fiarse de la dama del chocolate. El historial de excesos y empachos bajo sus engatusamientos debería ser motivo suficiente para temer por el desbordamiento de michelos en cualquier momento.
Así que entró en el saloon, donde ella aguardaba en un extremo de la mesa. El vaquero preparó la lente rápida. 50 mm y apertura de 1.4. El disparo en continuo. No quería perderse ningún detalle y la falta de iluminación del vetusto y abandonado edificio podría dificultar las cosas. Sin mediar palabra se sentó en frente y empezó a mostrar sus cartas. Sin ninguna prisa.
Colocó en un extremo el blanco...
... y en el otro el negro...
y empezó a rellenar el hueco intermedio con pulso firme.
Una vez hubo terminado el vaquero alzó la vista y la miró esbozando una leve sonrisa en una de las comisuras del labio. No quedaba mucho tiempo.
- Escalera de color. ¿Puedes superarlo, C.o.v?
La dama de chocolate palideció.
El vaquero miró la carta. La remiró. Se relamió. Y tras acallar los aullidos de su estómago intentó encontrar sentido a lo que estaba pasando. ¿Como había llegado allí? Y no pensaba en el árido y sofocante paisaje roto por el cricricreo de las cigarras, si no en la serie de acontecimientos acelerados que le habían llevado a defender el posible secuestro de sus pixeles y encontrar las ingredientes secretos de los pancakes.
Aún así, no torció el rostro ni dió señal alguna de desconcierto mientras la dama del chocolate volvía a la oscuridad de los pórticos del poblado dejando un regero oscuro de cacao derretido por la arena. El calor era insoportable.
No se había andado con ligerezas. Había empezado con una apuesta fuerte y conociendo los puntos débiles del adversario. Directa. No había habido tiempo para el coqueteo, ni para jugar al despiste, pujar a chicas cuando se iba a grandes. Malaje.
La dama estaba poniendo el tablero a su gusto. No es que le importara el juego sucio. Tampoco se habían puesto reglas en ningún momento y por lo tanto sólo estaban las barreras que alzaban el honor. Aunque el honor de ambos hacía tiempo que se arrastraba. No hay hueco para las broma cuando se habla de pixeles.
Pero el vaquero esperó, miró sus cartas y sé supo seguro. Será una dentellada rápida. Un flashazo entre los ojos que ciege al adversario lo suficiente para que no haya tiempo a la recuperación. Aún así, nadie, ni su propia sombra debería fiarse de la dama del chocolate. El historial de excesos y empachos bajo sus engatusamientos debería ser motivo suficiente para temer por el desbordamiento de michelos en cualquier momento.
Así que entró en el saloon, donde ella aguardaba en un extremo de la mesa. El vaquero preparó la lente rápida. 50 mm y apertura de 1.4. El disparo en continuo. No quería perderse ningún detalle y la falta de iluminación del vetusto y abandonado edificio podría dificultar las cosas. Sin mediar palabra se sentó en frente y empezó a mostrar sus cartas. Sin ninguna prisa.
Colocó en un extremo el blanco...
... y en el otro el negro...
y empezó a rellenar el hueco intermedio con pulso firme.
Una vez hubo terminado el vaquero alzó la vista y la miró esbozando una leve sonrisa en una de las comisuras del labio. No quedaba mucho tiempo.
- Escalera de color. ¿Puedes superarlo, C.o.v?
La dama de chocolate palideció.
12 comentarios:
Ignacio me lo ha tenido que explicar, pero reto o no, las fotos son muy chulas. Te ha tenido que costar tela trastear por tu fototeca para encontrar fotos tan coloridas. Si hiciste más de 3000 fotos en Islandia, a saber cuantas fotos tienes. Y como no las tengas bien organizadas es harto complicada encontrar fotos con estas características.
Pregunta, ¿dónde es la foto roja? Por cierto, entre los colores básicos echo en falta el magenta y siendo quisquillosa, ¿la escalera de color en poker no es todas las cartas del mismo palo? Esto es escalera guarra.
Me voy a dormir, que ha llegado el camión de la basura y con la ventana abierta entra un olor nauseabundo.
esperando la tercera entrega comiéndome las uñas de los pies... ufff
Oria, Quien ha dicho que estemos jugando al poker? A mi envidaron con un pancake y yo respondo con una escalera de color ( o colores o arcoiris) y si es guarra mejor. ;-).
Con respecto a tu segunda queja o supuesta ilegalidad en mi jugada comentar que me baso en la escala de colores Munchausen que no considera el magenta. He dicho. :)
Pues no se cuantas fotos tendré, pero un buen puñado. Y si añadimos las analógicas ni te cuento. La verdad es que ahora que no nos oye, tengo que agradecer a C.o.v. el reto, porque ayer me pasé un par de horas echándome unas buenas risas bien las fotos. Que de recuerdos!!!
La foto Roja, es el Schloss (castillo) de Karlsruhe (Alemania) donde estuve mi añito (y propina) de Erasmus. Fue una noche que lo iluminaron y le añadiron los láseres... miniyooooo!!!
Choupa... veremos veremos... mi sentido arácnido sigue activo... :P
pues muy chulas sí señor, a ver la próxima jugad aentonces... esto es como un partido de tenis... ahora voy paquí, ahora pallá... jeje... creo que la escalera de color es difícil de superar, pero me da que la dama del choocolate, tras su jugada anterior... algo guarda en la manga....jeje
Está interesante la partida, sí señor. Los dos contricantes tienen buenas cartas y mano experta. Veremos.
CALAMAAAAAR!!! Hola amore. Eres un artista, eso en primer lugar... y en segundo... yo soy lo peorrrrr. Jejeje, no te he escrito desde el notición habanero.. sorry, pero estoy en el pueblo y de viajes y currando en algún que otro bar... ains... y me conecto muy poquito.
Bueno, espero que estés muy bien como siempre, te mando un besito muy gordo. Por cierto, me devolvieron lo de la Oyster Card, oeoeoeoeeeee. Besos milllll
Estas como un cencerro xiquinina!!! :) Ya te intenté localizar unas cuantas veces, pero claro, no sabía yo que estabas haciendo vida nómada por el mundo. Te intento recapturar en un ratito... :) Besos cencerrín!
La tarde traerá una carta.
Que tengas suerte.
Yo y mis ases en la manga te estamos esperando.
ninoninoniiiiii
guaguaguaaaaaa
Mi carta acaba de caer sobre la mesa. Vaquero, el duelo ser� re�ido... pero no ha hecho m�s que empezar.
ninoninoniiiiiiiiiiii
guaguaguuaaaaaaa...
(banda sonora oficial de la pel�cula)
Juuder... Ni Clint Eastwood en "Fresa y Chocolate" podría haber estado mejor!
PD: Las fotos me traen muuuu buenos recuerdos también a mí! Y a muchos otros lectores sospecho que también...
Amigo japoguín, creo que voy a usar muchas de las reservas que tengo para rememorar viejas batallitas. Estese atento.
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