Lost in Blade Runner: East Shinjuku. Tokyo Tales (3)
Cuando apareces en Shinjuku no es resulta extraño imaginarse porque Ridley Scott se fijó en esta zona paras los futurísticos paisajes urbanos de Blade Runner o porque fue el barrio que eligió Sofia Coppola para que Bill Murray descubriera por primera vez Tokio desde un taxi en Lost in Translation.
Shinjuku está divida en dos partes totalmente opuestas, separadas por una masiva estación de tren por donde pasan diariamente alrededor de dos millones de personas.
Siendo esta la estación más transitada de todo Japón se está pensando en aprovechar las pisadas de la gente para generar energía que mantendria en funcionamiento las pantallas de la propia estación y algún que otro sistema.
Logicamente para dar cabida a todo esta multitud la estación es ya en si misma descomunal. De hecho, el salir por la salida que no debes, puede dejarte media hora más lejos de tu destino.
Demos pues una vuelta por la zona Este. Zona caótica. Rococó de luces de Neón. Grandes almacenes de 11, 16, 10 pisos. Tiendas de electrónica (que raro). Restaurantes. Karaokes. El barrio Rojo. Algún templo escondido. Callejones. Más luces. Más desorden. Nunca el exceso fue tan poco comedido.
Y es que la sensación que tuve en Shinjuku fue de inabordable. No tenía tiempo físico para poder verlo todo. De hecho podría seguir entrando en almacenes y descubriendo frikadas disfrazadas de elegancia hasta el día de hoy. Pero me temo que será algo que tendré que hacer en mi próxima visita y que os quedaréis sin saberlo hasta entonces a menos que se me os adelantais. Porque por lo que a mi respecta tengo muy claro que tengo que volver. Que es todo un mundo nuevo sin explorar y al que se le puede sacar mucho juego.
Muy cerquita de todo esto y entre medias de grandes edificios se encuentra un pequeño santuario, el Hanazono-Jinja en cuyos derredores se monta un mercado durante el día y se reunen bandas y se cierran todo tipo de acuerdos, obviando legalidades, por la noche. Y es que el santuario es famoso por traer fortuna a los negocios, cualesquiera que sea su origen.
Justamente enfrente de este santuario, una pequeña manzana llena de diminutos callejones alberga gran parte da la vida nocturna de la zona, todo en minúsculas cantidades. Bares, restaurantes, y demás tipos de locales donde la concurrencia no puede exceder (por dimensiones) de 8 - 10 personas. Por este mismo motivo en algunos de ellos solo se sirve a clientes habituales. Esto es el Golden Gai.
Como podreis ver, la zona está desierta durante el día y es por la noche cuando empieza a coger color y a pesar de la pinta de zona devencijada y tomada por la oscuridad, la guía insistía en que era una zona muy segura. Y si bien yo no me sentí especialmente inseguro en ningún momento, bien es cierto que los autóctonos no veían con buenos ojos que estuviera haciendo fotos por allí. O al menos eso me pareció a mi.
Y por último llegamos a Kabukicho, el famoso e infame barrio rojo de Tokio, lleno de más love hotels, strip-shows, y demás "espectáculos" más o menos interactivos por el estilo. A pesar de que a mi me comentaron que es uno de los puntos por donde actuan los Yakuza (la mafia japonesa) lo cierto es ni se me pasó por la cabeza
Desde luego, imprescindible en cualquier visita que se precie, aunque solo sea por pasear, ojipláticos, por sus calles.
Y mientras todavía os queda el regusto de imaginaroslo llenísimo de gente bajo el calor del neón, os dejo una breve imagen de lo que es la zona del oeste, el orden, los rascacielos y uno de los pulmones financieros de Tokyo.
Shinjuku está divida en dos partes totalmente opuestas, separadas por una masiva estación de tren por donde pasan diariamente alrededor de dos millones de personas.
Siendo esta la estación más transitada de todo Japón se está pensando en aprovechar las pisadas de la gente para generar energía que mantendria en funcionamiento las pantallas de la propia estación y algún que otro sistema.
Logicamente para dar cabida a todo esta multitud la estación es ya en si misma descomunal. De hecho, el salir por la salida que no debes, puede dejarte media hora más lejos de tu destino.
Demos pues una vuelta por la zona Este. Zona caótica. Rococó de luces de Neón. Grandes almacenes de 11, 16, 10 pisos. Tiendas de electrónica (que raro). Restaurantes. Karaokes. El barrio Rojo. Algún templo escondido. Callejones. Más luces. Más desorden. Nunca el exceso fue tan poco comedido.
Y es que la sensación que tuve en Shinjuku fue de inabordable. No tenía tiempo físico para poder verlo todo. De hecho podría seguir entrando en almacenes y descubriendo frikadas disfrazadas de elegancia hasta el día de hoy. Pero me temo que será algo que tendré que hacer en mi próxima visita y que os quedaréis sin saberlo hasta entonces a menos que se me os adelantais. Porque por lo que a mi respecta tengo muy claro que tengo que volver. Que es todo un mundo nuevo sin explorar y al que se le puede sacar mucho juego.
Muy cerquita de todo esto y entre medias de grandes edificios se encuentra un pequeño santuario, el Hanazono-Jinja en cuyos derredores se monta un mercado durante el día y se reunen bandas y se cierran todo tipo de acuerdos, obviando legalidades, por la noche. Y es que el santuario es famoso por traer fortuna a los negocios, cualesquiera que sea su origen.
Justamente enfrente de este santuario, una pequeña manzana llena de diminutos callejones alberga gran parte da la vida nocturna de la zona, todo en minúsculas cantidades. Bares, restaurantes, y demás tipos de locales donde la concurrencia no puede exceder (por dimensiones) de 8 - 10 personas. Por este mismo motivo en algunos de ellos solo se sirve a clientes habituales. Esto es el Golden Gai.
Como podreis ver, la zona está desierta durante el día y es por la noche cuando empieza a coger color y a pesar de la pinta de zona devencijada y tomada por la oscuridad, la guía insistía en que era una zona muy segura. Y si bien yo no me sentí especialmente inseguro en ningún momento, bien es cierto que los autóctonos no veían con buenos ojos que estuviera haciendo fotos por allí. O al menos eso me pareció a mi.
Y por último llegamos a Kabukicho, el famoso e infame barrio rojo de Tokio, lleno de más love hotels, strip-shows, y demás "espectáculos" más o menos interactivos por el estilo. A pesar de que a mi me comentaron que es uno de los puntos por donde actuan los Yakuza (la mafia japonesa) lo cierto es ni se me pasó por la cabeza
Desde luego, imprescindible en cualquier visita que se precie, aunque solo sea por pasear, ojipláticos, por sus calles.
Y mientras todavía os queda el regusto de imaginaroslo llenísimo de gente bajo el calor del neón, os dejo una breve imagen de lo que es la zona del oeste, el orden, los rascacielos y uno de los pulmones financieros de Tokyo.
4 comentarios:
Jooooder... no me extraña que se planteen sacar la electricidad de las pisadas de la gente! No veo más que bombillitas y luminosos... oye, y los mosquitos que debe atraer toda esta iluminaria cómo son?
Pos cuando yo fui mosquitos y bichos varios ni uno... Ahora si, en verano por lo visto son como puños... jejejeje
Veeeen a la luuuuzzzz!!!!
no me has saludado mis colegas de la yakuza??? ;P
Hombre, claro... Ya son de la Familia...
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